Como en casa

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Una casa, una oficina, un establecimiento… son mucho más que eso. Son espacios en los que la persona vive, trabaja o realiza diversas actividades y cuyo diseño afecta a su estado de ánimo. 

En oficinas, la evidencia científica demuestra que factores como la iluminación, la ventilación, la distribución, el diseño biofílico o las vistas influyen demostradamente en la salud, la satisfacción y el rendimiento de los trabajadores.

Lo mismo pasa en los comercios. Hay pruebas de la influencia del diseño de los establecimientos en los procedimientos de compra. La neuroinfluencia es la capacidad de inducir emociones mediante estímulos como el espacio, la disposición, los colores, los acabados, el tipo de arquitectura o la colocación de los productos.

“El 55% de las compras se adquieren de forma impulsiva mediante lo que conocemos como neuroinfluencia”.

Por ello, el diseño de los espacios es un aspecto que se valora mucho actualmente, también en la construcción de grandes edificios. 

Es necesario contar con análisis y estudios de las emociones de la persona respecto a un determinado espacio con el fin de asegurar la salud emocional de los usuarios, lo que se traduce en un incremento de la confortabilidad, el bienestar, la reducción de estrés, la productividad -en el caso de los espacios de trabajo- o el deseo de compra -en el caso de las tiendas-.

Estos estudios se realizan con herramientas de monitorización de los usuarios, siempre respetando el anonimato y la privacidad, y la inteligencia artificial, que traduce a dato las imágenes, identificando las emociones. Lo que se puede completar con un análisis de la actividad cerebral de los sujetos, y herramientas que miden la reacción de la persona ante las texturas que toca, por ejemplo. 

En definitiva, sentirnos como en casa en los espacios en que habitamos, trabajamos o compramos. 


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